martes, 24 de marzo de 2009

DIARIO: EDUCACION...FISICA

La soledad del microfonista. ¿Es que nadie puede estar callado?

El otro microfonista...reponiéndose del disgusto

Juanma delante del susodicho camión, resignado.


Grabar en la calle, tiene, como ya comenté, sus inconvenientes. Claro que salir del plató "airea" el capítulo, y que las opciones de hacer cosas visualmente interesantes, aumentan en exteriores, y dan más posibilidades al tener espacios más amplios que utilizar. Pero a veces... El martes grabamos la última secuencia del capítulo 26 en la cancha de gimnasia, en exteriores. Yo solo tenía esa secuencia, y Juanma tenía otra del capítulo 27. Cuando apenas quedaba un bloque para que Juanma terminara y entrara yo, que ya me paseaba por allí impaciente, guión bajo el brazo, ocurrió lo normal, una de esas cosas que nos hacen darnos cuenta, de que no somos los únicos , ni siquiera los más importantes trabajando en la calle. Un camión de los que llevan maquinaria para limpiar el alcantarillado, aparcó a pocos metros de donde estábamos, y se puso a realizar su tarea, o sea , limpiar alcantarillas, actividad esta que produce un ruido de motor (bomba o lo que sea) más que considerable. Uno de esos ruidos, que a diario, llenan la ciudad, y que  ya pasan desapercibidos para oidos  urbanitas . Pero que no son admisibles por los aparatos que registran el sonido de nuestra serie, ni para los seres humanos que los manejan con maestría. Ni serían admisibles para los espectadores. De modo, que , en el momento que esto ocurre (que ocurre cada vez que estamos en la calle, no una , sino varias veces a lo largo de la jornada) hay que parar, normalmente unos minutos, y esperar a que producción haga las gestiones necesarias, para que , contando con la buena voluntad de los operarios productores del ruido en cuestión, detengan las maquinas durante los minutos que dura la grabación del plano, y lo reanuden después. O sea, que convivamos trabajando todos, en paz y armonía. Esta vez no pudo ser. Supongo que parar y volver a arrancar las bombas era difícil, así que, con más buena voluntad, esta vez de nuestra parte (casi siempre en todo caso , llevamos las de perder, porque si alguien no quiere parar, o callarse, o dejar de hacer ruido, está en su derecho) tuvimos que parar unos 20 minutitos. esto, que no parece un drama, a veces lo es. 20 minutos pueden ser la diferencia entre cumplir con la jornada de trabajo, o no. Entre que se grabe todo antes de que se ponga el sol, y deje de valer la luz, o no. O entre hacer trabajo extra o no. Pero hay que contar con los imponderables cuando ejercemos en la calle una actividad que necesita que tantos elementos se detengan un ratito para que podamos hacerlo: viandantes, trabajadores, aviones (estos no se pueden detener. Los helicópteros tampoco) tráfico, perros ladrando (estos tampoco se pueden detener muchas veces, aunque se intenta) En fin, que se pararon los 10 minutos del bocadillo, con antelación, se perdieron otros 10, y la sangre no llegó al río. Yo seguía por allí, con mi guión debajo del brazo. Pasó la crisis, el bocata, y la secuencia de Juanma, y me tocó a mi.
Y mira por donde, un amable vecino, decidió obsequiarnos con una sesión musical, The Who, para más señas, a todo volumen desde la ventana de su casa. Aducía , que le habíamos estado molestando con nuestras voces desde las ocho de la mañana. Hombre, yo creo que nuestras voces no serían muy diferentes de las voces de todos los días en aquel parque, sobre todo a través de las ventanas cerradas de un tercer o cuarto piso. Pero, la verdad, es que mola mucho fastidiar a los de la tele, y colocarse en una posición de "yo no bajo la música porque no me sale de los..." y además "que gracioso es no dejar trabajar a esta gente y a estos famosetes" Esto también ocurre. Y mira que me gustan los Who, pero prefiero oirlos en  mi casa, al terminar de trabajar. Pero hay gente (y no digo yo que a veces no molestemos más que un grano en el...barrio) que se cree que lo que hacemos no es trabajar, es divertirnos fastidiando a los demás, sin esfuerzo, ni dedicación. Eso si, luego se sientan a ver series en la tele (quizá no la nuestra) y seguro que les apetece que no suene música de fondo que les impida oir los diálogos. Al final, el buen hacer de los chicos de producción hizo entrar en razón al melómano, y grabamos sin más dilación. Y si, es que a veces molestamos más de la cuenta, y pedimos disculpas mil veces. Pero otras... no dejarnos trabajar es muy fácil, es gratis ("Yo tengo derecho a hablar en la calle" "Yo tengo derecho a pasar por aquí") y luego se le puede contar a los colegas: "Pues han venido los de Física o Química al parque de al lado de casa y les he puesto la música a toa leche, y no han podio grabar" . Eso , cuando no te tiran huevos o manzanas desde un quinto, que si te dan te matan, como ocurrió hace tres semanas. En fin, es una cuestión de educación...física o química, pero de educación.

Javier Quintas

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